La protección contra explosiones en la industria de la energía y la electricidad normalmente se concentra en las plantas que fabrican etanol, carbón y biocombustible. La mayor parte del etanol se produce a partir de almidón o cultivos a base de azúcar por el procesamiento del molino seco que muele el maíz en harina y lo fermenta en forma de etanol, lo cual presenta un riesgo de explosión en todo el proceso. La producción de carbón genera polvo explosivo en el proceso de transporte y el molido de un carbón más grande en productos más finos. Los biocombustibles requieren el secado de partículas orgánicas más grandes o productos de celulosa, el molido en partículas más finas y el transporte de las partículas de polvo y gránulos. Todos estos procesos presentan posibilidades de explosiones.